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Ensayo: Papá, la carne no es tan esencial como respirar... ¿O sí?

Por Victoria Gómez Campos


Todo surge en mi familia paterna. Siempre tuve en claro que su consumo de carne es excesiva, mi padre me dijo que vivir en el campo generaba eso, ingerirla TODOS los santos días de la vida.

De chiquita comía y no hablaba sobre la carne, en cierto punto estaba de acuerdo con lo que decía papá, tampoco me molestaba. Con el paso del tiempo y mediante el uso de las redes sociales, descubrí nuevos movimientos y formas de alimentarse sin la necesidad de ingerir carne. Mientras chusmeaba todo esto pensaba "Ay, si papá tuvieraa que comer así le agarraría un infarto", pues ojo de loca no se equivoca y así pasó. No experimentó el no comer carne, pero surgieron las discordias a la hora de cenar en familia.

Día random 1:

Mamá nos pregunta qué queremos cenar hoy, nosotras con mis hermanas le decimos que tenemos ganas de comer milas de pescado con puré, a lo que ella responde, bueno a tu padre le voy a hacer unas chuletas.

Día random 2:

Mamá consulta qué queremos comer hoy, nosotras respondemos que deseamos cenar empanadas fritas de jamón y queso. Ella asiente. Se levanta papá, se sienta, mira la comida con una leve cara de disgusto, come una o dos empanadas y, según él, se llena. Mamá y yo nos damos cuenta al toque de por qué hace eso: si bien tiene un cartel escrito en la frente que dice "Fan N°1 de la carne", es fácil darse cuenta de que come poco o dice que se llena cuando no hay carne o cuando no le gusta lo que se hizo de comer.

Día random 3

Empecé a hablar sobre la alimentación en la mesa. No recuerdo con exactitud qué les dije, pero comentaba sobre el vegetarianismo y el veganismo, el hecho de reemplazar la carne por lo vegetal. Hablamos lo más bien hasta que pregunté qué pasaría si yo me volviese una de esas personas, mi papá dijo que no haga boludeces y que coma como corresponde, no quería que tenga ningún trastorno alimenticio, que esas personas no tienen idea de lo que hacen, cómo les podría afectar no comer carne sabiendo todo lo que le aporta al cuerpo, las vitaminas y que es imposible reemplazarla por más de que comas 20mil vegetales, legumbres y bla bla bla. Respondí que hay atolondrados que se vuelven vegetarianos sin tener la mínima idea de cómo reemplazar correctamente los alimentos (lo que conlleva otros problemas), pero no todos son así. Hay personas que son vegetarianas y viven, caminan y hablan como cualquier otra (NO SE VUELVEN PLANTAS, MIGUEL, mayúsculas más grandes para que señor padre comprenda lo que intento transmitir), le aportan al cuerpo lo mismo que aporta la carne, pero sin ingerir ni un pedazo de ella.

Luego de haber leído la novela Cadáver exquisito mi cerebro se refrescó más, aprendí sobre los temas que trataba la historia y pues... ¡Más temas para que Victoria pueda discutir en la mesa! *aplausos, aplausos¨*. Empecé contándoles sobre el libro a mi familia y lo asqueroso que era el tema que trataba (canibalismo puro, ¡Jesús!). El pensamiento que tenía Marcos sobre la carne y su moral se asemeja al pensamiento de un vegetariano, conoce sobre el proceso oculto de la carne y está en contra de eso, hasta cierto punto.

Introduje la explicación de los temas que habíamos visto en filosofía y cómo se relacionaban con la actualidad, nuestro mundo en sí. La otredad es algo que me llamó la atención y me permitió entender mucho sobre la sociedad y cómo llegó a ser lo que es. Cabe aclarar que en un principio no entendía ni papa, Darío Sztajnszrajber (apellido sencillo y fácil de pronunciar, gracias a Dios) dijo la palabra “otro” tantas veces en 15 segundos que mi cabeza y sus centrales eléctricas hicieron cortocircuito de alto grado. MAMÁ, filosofar no era tan fácil como creía.

Explicarles la otredad relacionada a la alimentación no fue fácil, parece una tomada de pelo decir que los animales no quieren morir para que su carne termine en el plato de un humano porque automáticamente pensarían ¿y vos cómo sabes que sienten eso?, FÁCIL, ¿quién joraca quiere morir? …o, mejor dicho, ¿quién quiere ser asesinado para terminar en el estómago de otro ser vivo?… NADIE. El otro nos importa tan poco y lo vemos tan inferior a nosotros que nos convencemos de que podemos hacer lo que queramos con él por el simple hecho de que no se pueden comunicar, no se pueda sentar a charlar con una persona y decirle “Che mira, yo realmente no tengo ganas de que me maten”. Pero como no habla, como no sabés lo que siente ni piensa podés hacer lo que querés con él, adueñarte de su vida y moldearla a tu favor. ¿Qué loco, no?

A su vez, se puede pensar ¿por qué consumimos carne tan excesivamente? ¿Quién nos dice que tenemos que hacerlo? Pienso y llego a la conclusión de que, si no se explican los temas de la comida, la otredad y el lenguaje, nadie se plantearía lo que estoy desarrollando en este ensayo, nadie pensaría y se imaginaría todo lo que sucede por detrás. Somos una sociedad que tiene el cerebro enchufado a los billones de cables que brotan de los dedos de la mano de un ogro gigante llamado “Industria millonaria”. Que con solo agitarlos cual hechizo de bruja, nos maneja y nos instala sus antojos, nos controla como títeres insignificantes, nos convence de lo que es bueno y lo que es malo, de lo que sí hace bien y de lo que nos hace mal. Pero está más que claro que por más que luches e intentes romper ese cable que tenés insertado en la cabeza, va a ser en vano. El que no está enchufado corre sobre la palma del gigante, el que salta de esa mano y corre es pisado por su gigantesco pie, tu diminuto cuerpo es recogido por sus inimaginables dedos cual pinzas médicas y es enchufado otra vez.

Ahora entiendo a Marcos y su reflexión final, por más de que intentemos ir en contra de la inmensa corriente, terminamos arrastrados como el resto, marchando en fila cual ejército bajo la palabra de la oculta industria. Llegamos al cambio haciendo pasos pequeños y seguros, atacar de forma abrupta solo nos hace chocarnos al mundo, sin obtener resultado alguno. Confío que en un futuro esta sociedad cambie y comprenda todo lo que sucede, razone y camine paso tras paso y no marchando bajo una norma impuesta.



Bibliografía

Bazterrica, A. (2018). Cadaver exquisito. Titivillusϖ


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