Por Camila Macrini
Normalmente uno no lo ve, quizá de chico te cruzás en la calle con una persona durmiendo y te llama la atención, o por un barrio donde se hace evidente la falta de recursos, pero solemos solo mirarlo con sorpresa y después seguir con nuestras vidas sin hacer ni decir nada. Hablo de cuando sos chico, pero las personas mantienen esta postura incluso teniendo la madurez y recursos para entender el nivel de gravedad de estas situaciones. Y esto suele pasar porque el otro es otro, para nosotros no tiene nombre, por lo tanto no tiene relevancia, todo aquello que esté alejado de nuestra normalidad es ajeno. En palabras de Saulesleja y Di Marzo (2022): el otro es fuente de todo mal, el otro es sujeto pleno de un grupo cultural y el otro es algo a tolerar. Esto abre la puerta a grandes reflexiones sobre la sociedad que compartimos, con quiénes la compartimos y cómo lo hacemos.
Todo esto lo pienso después de leer la novela “Cadáver exquisito” de Agustina Bazterrica, que trata de un virus que se transmite a través de los animales, lo que hace que la gente no pueda consumir más carne “habitual” y la solución que encuentran es comerse entre ellos.
El protagonista es Marcos un “hombre roto”, según lo describió la autora en una entrevista, que vive en un conflicto con la mayoría de los aspectos de su vida. En el libro, se hace evidente la superioridad de los que tienen poder, de los que están en el escalón alto de la sociedad. Por ejemplo, en un capítulo se da una cena de los cazadores, los ricos y soberbios que se juntan a comentar, vestidos de traje, mientras mastican las mejores carnes -o las mejores personas mejor dicho- sin ningún tipo de límites, el abuso que ejercen, las leyes que rompen y las personas que asesinan. Esto sucede en el capítulo 5 de la parte 2 (te cuento, por si te interesa leerlo) y una cita que me parece que expone al cien por ciento su impunidad es: “hay que respetar lo que se va a comer, Cálaver. Todo plato tiene muerte. Piénselo como un sacrificio que algunos hicieron por otros”. Esta cita me remonta a nuestra realidad actual, dónde los políticos (encargados de distribuir los recursos) tienen un ingreso de dinero mucho más alto que el resto, quitándole e incluso robando dinero que podría ser para crear puestos de trabajo, comedores para quienes no tienen para alimentarse, o hasta dedicado al personal de salud, bomberos, etc. El hecho de que algunos hagan un “sacrificio” para darle una mejor vida a otro, habla de la injusticia y desigualdad de los recursos, distribuidos de mala manera por el poder. Aquellos beneficiados se puedan dar el lujo de tirar comida en la basura, mientras que otros buscan en la basura las sobras de comida de ellos.
Soledad Barruti dijo: “en Argentina ocho chicos mueren de hambre por día. En el mundo es uno cada diez segundos. Mueren de hambre o de causas relacionadas con la mal nutrición. Porque el hambre es dolorosa, es concreto y es real, pero no es un problema productivo, no al menos como nos están haciendo ver. No hay hambruna que no tenga detrás un problema de sometimiento”, lo que me lleva a otro capítulo de la novela donde los pobres, sin acceso a la carne de humanos, sometidos al hambre, nombrados “carroñeros”, derriban un camión con cuerpos y comienzan a matar a las crías que estaban yendo al frigorífico. El narrador relata: “ve desesperación, hambre, ve una locura rabiosa, ve un resentimiento enquistado…” y, retomando con el hambruna en los niños de la que habla Soledad, escribe “ve un nene de 5 o 6 años arrastrando un brazo”, repudio el hecho de que, hasta un niño, tenga que exponerse a tal situación por el simple hecho de alimentarse, de nutrirse. Lo que me lleva a comparar: en la cena de Urlet se estaban haciendo un banquete con las mejores carnes, de traje, ignorando completamente el hecho de que tan solo a kilómetros de ese lugar, había gente muriendo de hambre, teniendo que derribar un camión y arriesgar su vida para poder alimentarse. Esto me recuerda a cuando un camión con ganado (vacas), el 14 de diciembre de 2021 en Santiago del Estero, volcó y la gente se abalanzó a asesinarlas con cuchillos y robarlas para comerlas. Estos hechos dejan en evidencia frente a todos los ciudadanos todo lo escrito en este ensayo y, sin embargo, casi ninguno de nosotros actúa para revertirlo. Volvemos a mirar hacia el otro lado.
Para concluir, los invito a que nos empecemos a involucrar, que no desviemos la mirada, porque el hecho de ignorarlo no hace que desaparezca. La pobreza es real, es cruda y es difícil. Dejemos de tildar a los desfavorecidos cómo “vagos”, cómo “gente que no le gusta trabajar”, despeguémonos de los estereotipos que no suman, y nunca lo van a hacer. Debemos crecer, como sociedad y como personas individuales, sé que no todos tenemos los recursos suficientes para nosotros y menos los tendríamos para el resto, pero gestos como donar, compartir un vaso con agua, una frazada, darle un trabajo a aquel que duerme en la esquina de tu casa en la vereda, hace que se haga menos difícil el día a día para alguien que ya vive en un contexto lo suficientemente duro.
Dejemos de ver al otro como otro, nos hace egoístas e indiferentes frente a quienes no conocemos, ignoramos a quienes no tienen los recursos para sobrevivir, los dejamos morir, tomamos una posición como: “te tolero, pero no molestes ni vengas a pedir demasiado” (Saulesleja y Di Marzo). Es importante también comenzar a replantearnos qué tanto valoramos lo que tenemos, el plato de comida caliente en la mesa, un techo para los días de lluvia, la bici, el cole, el auto para ir a estudiar, a laburar, el tener al posibilidad de hacerlo. Espero que no vuelvan a mirar para otro lado después de haberme leído.
BIBLIOGRAFÍA:
“Cadáver exquisito” Agustina Bazterrica.
“La otredad bajo sospecha” Saulesleja. S y Di Marzo (2022).
“Un mundo de muchos mundos” Soledad Barruti.
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